domingo, 21 de febrero de 2010

Un peronista en la cola.

Cada vez que mis desvaríos se cansan de que los ande paseando por otros lugares y (aunque más no sea por un breve lapso) se ausentan de mí, observo el cartel y escucho los murmullos de la resignación.
En épocas como las que nos toca vivir, en las que el periodismo no discrimina y reparte odio a todos por igual, cualquier sala de espera aglutina batracios parlanchines que a pesar del rechazo visceral que ostentan por el anarquismo (y más por el militante) se sienten atraídos por la sola idea de la destrucción del Estado.
El de traje por ejemplo, (el cual esta convencido que debido a su atuendo se lo debe escuchar con mas respeto que a los que atan con cordones su calzado), ensucia con palabras execrables al país (el mismo en el que muchos de los que esta leyendo esto ha nacido y del cual al menos yo me siento parte); y no contento con eso, el de traje, también compara a la Presidenta con una extraña garrapata que solo absorbe la sangre de la humilde clase media: clase de gente decente que lo que tiene se lo gano con su trabajo, que no roba, que no vive de los demás, no se droga, no dice malas palabras, y sobretodo, no peca de soberbia ni peca de nada.
Intentando que mis desvaríos se apoderen hasta de mis orejas para no contestarle (lo cual provocaría una batahola), me balanceo y miro a un punto fijo. Sin querer noto que el señor que otorga no se que clave introductiva me observa y al unísono levanta las cejas y hace la mueca que corresponde al siete de espada (los que juegan al truco saben de que hablo) para, segundos mas tarde, incorporarse e ir hacia un sector en el cual ya no se lo puede ver por los mortales que estamos haciendo la fila.
En eso, mientras intento divagar por algunas ideas que podría aprovechar para empezar a escribir mientras me encuentro a la espera de que en el cartel electrónico aparezca mi numero, una señora (que aparenta haberse comido un Fíat 600) acusa no hallar la diferencia entre esta "cola" y lo que le paso hace unos días cuando intento cruzar un puente (deduzco que es el Pueyrredón) y no se lo permitieron los piqueteros. Acto seguido, compara sin ningún escrúpulo el color de piel de aquellos trabajadores desocupados con una sustancia mas o menos viscosa (eso depende) de olor nauseabundo: la mierda. Y lo mas lindo es que lo hace sin que se le sonroje ninguno de los blancos cachetes que dan a su rostro el aspecto de "una grande de muzarella", pero sin salsa.
Bufo para que me escuche e intento convencer a mi temperamento que si intervengo en la conversación nos vamos a terminar agarrando a trompadas entre todos. Me llevo las manos a la cabeza y hago el gesto de alguien que quiere quitarse una mascara demasiado pegada.
El letrero que esta debajo del cartel electrónico me niega la posibilidad de (aunque mas no sea) calmar las ansias de asesinar al gorila obeso con un poco de tabaco.
Mi numero no esta tan cerca.
Evalúo que deben faltar cuarenta y cinco minutos mas para que me atiendan y como buen iluso me aboco al decimonoveno intento de abstraerme; y en este caso traigo a mi memoria un libro de John William Cooke que últimamente empece a llevar conmigo.
Comienzo a buscarlo en mi bolso hasta que aparece en escena un dúo que se pregunta, se contesta, en el medio propone la pena de muerte y (en circulo vicioso) se vuelve a preguntar: ¿si esto sigue así, adonde va a ir a para la gente como uno?
Al principio (hasta) me resulta gracioso y ensayo un pensamiento en el que imagino a la apropiadora Ernestina Herrera de Noble dándole una patada en el culo a Santo Biasatti y María Laura Santillán, los conductores del noticiero de Canal 13, y suplantándolos por estos dos nostálgicos de la picana eléctrica, ya que mas fatalista que este dúo de búhos no va a encontrar en ningún lado.
Ella con el aspecto físico de la novia de Popeye y una sorprendente similitud ideológica con la inquisidora chaqueña "Lilita" Carrio, vociferando orgasmicamente que esto se acaba; y que la Presidenta (la cual según esta señora parece encontrarse afectada por elefantiasis vaginal porque no para de decirle “conchuda”) tiene los días contados.
Él, con cara de peine, peinado de cepillo de dientes a lo Ricardo Fort, y un bigote que por lo que dice y lo que piensa bien podría recortárselo en los costados, dictaminando con el índice en alto y gritando de izquierda a derecha (como si estuviéramos en un cuartel) que este gobierno montonero no llega a las pascuas.
No puedo evitar sonreír ante el solo hecho de imaginar la reacción de semejante gusano si supiera que yo entiendo al peronismo como el movimiento revolucionario de masas más importante de la Argentina y por el cual miles de compatriotas lo dieron todo, incluso la vida, y que aparte, a causa de eso: de entender al peronismo como lo entiendo y como lo milito, estoy postulado como delegado sindical por mis compañeros de trabajo.
Se me ocurre pensar que este compadrito de La Recoleta optaría entre salir corriendo a esconderse abajo de su cama, o (como sólito no se la banca) intentaría hacerme linchar por los que también están en la fila acusándome de haber sido yo el que prendió fuego la Catedral metropolitana allá por 1955 cuando los marinos y el Vaticano bombardeaban la Plaza, o alguna que otra pelotudez por el estilo.
En un descuido mi sonrisa me delata. El de bigote me mira y con la supuesta sabiduría que se complacen en ostentar los que crecieron escuchando las canciones inútiles del "Club del Clan", agrega que los jóvenes no sabemos que "los zurdos", cuando tienen poder, son más peligrosos que perro malo, y que eso se debe a que no vivieron las épocas en la que los terroristas ponían bombas hasta en las escuelas.
El mío es el próximo numero, y aunque no deseo iniciar una discusión política con estos oyentes de Radio 10 (esos que después se dejan insultar por el enano fascista de Baby Echecopar), no evito decir que luego de haber pasado mas de una hora y media en este sitio, pero sobretodo de haber escuchado durante ese lapso como (quienes se dicen respetables señores y señoras de esta sociedad) extrañan volver a la Argentina de la dictadura militar, con todo lo que ello implicó e implica para los que no tienen ni tuvieron nada, ni bien salga voy a pasar por un "ciber", imprimiré la foto mas grande que encuentre de Cristina, y la voy a pegar en la ventana de la casita que alquilamos con mi compañera; ya que si pichones de Massera como los que oí y escuche en esta sala de espera voltean a este Gobierno y toman el poder como hicieron en el 76, yo estoy seguro que vamos a ser muchísimos los que saldremos a darles batalla.
El silencio invadió la dependencia y cobardemente la del Fíat 600 ensayo un insulto de esos que solo pueden ofender a los que tienen “clase”.
El bendito cartel anunció mi turno. La empleada de la ventanilla me miro con picardía cómplice. Presente lo que me mandaron presentar (yo trabajo de eso) y una vez devuelto el tramite, enfile hacia la salida, camino que memorice de antemano la primera vez que se me cruzo por la cabeza el terminar a las trompadas acá dentro.
Estaba a pasos de estar fuera cargando a mis espaldas un cuarenta por ciento de miradas inquisidoras, y otro sesenta de los que observaban esperando que alguien intentara atacarme para defenderme, cuando me detuve. Por un segundo pense en poner los dedos en V y gritar ¡Viva Perón carajo! Pero en vez de eso, y aprovechando el enmudecimiento que se provoca en algunas capas sociales cada vez que "un negrito" (motoquero, albañil, tachero, o lo que sea) piensa; y encima dice lo que esta pensando, gire y sin gritar (el silencio se podía ver en el aire), les dije: "a todos los que no piensen en hacer (ni en colaborar para) que en la Argentina suceda lo mismo que sucedió en Honduras, los veo en los próximos festejos del Bicentenario en la Plaza de Mayo, cuando a diferencia de hace cien años, seamos los laburantes los que festejemos los 200 años de nuestra querida Patria.
Antes de cerrar la puerta fui yo quien escuchó un potente: ¡VIVA PERÓN CARAJO!
Volví a sonreír satisfecho y dije en voz alta: “manga de gorilas, ahora ya saben lo que es tener un peronista en la cola”.
Ahí mismo se desato mi carcajada.


AGRUPACIÓN NORMA ARROSTITO
Nacional, popular e indigenista
“Para que reine en el Pueblo, el amor y la igualdad”
anarrostito@gmail.com