lunes, 26 de abril de 2010

Un cuento largo para un tipo corto de la clase media

Leandro Falcon y la nueva televisión

Le faltan apenas unos cientos de pesos y se compra el televisor (ese de la pantalla plana que parece un cine) para ver los partidos del mundial.

Después de haberse roto tanto el culo, dice, por fin va a poder ver un campeonato del mundo como la gente; y aunque no define como que clase de gente, uno enseguida se da cuenta hacia adonde apunta este “ex-fana” de “Los Parchís” y “Tremendo”.

A la “tele” de su pieza (que lo único que tiene para envidiarle a la novedad que esta por destronarla, es la planicie) le espera el mismo destino que a la anterior, la de 21 pulgadas: el salón comedor. Aunque esta que es mas grande ira al sector donde comen los jerárquicos y los administrativos (que son los que mas gastan); y la chiquita pasa arriba de la heladera de las cervezas donde “los otros negros” que (aun cuando no lo dice) en proporción son los que mas gastan: “y claro, con lo que chupan estas bestias” piensa a la hora de hacer las cuentas.

El bar de Leandro Falcon esta muy bien ubicado: justo frente a la entrada principal del polo industrial del distrito y casi no tiene competencia.

En su salón desayunan, almuerzan, meriendan y beben los jerárquicos, los administrativos y los obreros de las distintas fabricas; motoqueros y camioneros que llegan por cobranzas o envíos y a los que el hambre ya no les permite buscar una mejor oferta, y la infaltable “bonaerense”: quienes a cambio de la gratuidad del plato “corren” a los puesteros que cada tanto amenazan con cagarle el negocio haciendo fuego en cualquier esquina para vender choripan al precio de los que no pagan impuestos, no tienen que “mantener” empleados, ni pagar el alquiler del local (cosa que él tampoco hace ya que es propietario)

Leandro Falcon conoce (o cree conocer) a todos y, a pesar de que la gran mayoría de los parroquianos lo detesta por una soberbia que a pesar de su corto tamaño resulta difícil disimular, siempre realiza el esfuerzo necesario por parecer respetuoso y cordial. En la intimidad se jacta de que esa virtud, una supuesta capacidad innegable para los negocios y el bar, es lo único bueno que heredo “del gallego bruto” de su padre.


El viejo verde

Cuenta la leyenda que el viejo Falcon fue el que empezó con lo de las fotos de los “Ford” del Turismo Carretera de aquel entonces, y algún vecino de muchos años en la zona afirma que el longevo, en los 70, tenia el retrato de una propaganda de un Falcon verde atrás del mostrador para seducir a “la pesada” cuando se sentaba en el café a vigilar los movimientos de los delegados de la fabrica (que por aquellos años oscuros era de una sola firma y se dedicaba a la manufacturación de camas y colchones)

Dicen que dicen que el viejo Falcon con el infarto del 2001 se llevo a la tumba un par de recuerdos de los que prefería no hablar, como el del pibe ese de 20 años (el hijo de la “Porota”, que después se tuvo que ir del barrio) al que ametrallaron en el paredón que da sobre la calle Tres Arroyos cuando estaba por terminar la pintada “La sangre derramada no será negociada, Montone…”

A pesar del resentimiento que algunos le guardaban y como era de esperar, la muerte de Don Carlos fue dura para la familia, que estaba por demás acostumbrada a que todo girara en torno a él.

Por un lado “lo ahorrado durante toda una vida de trabajo” (incluso “los verdes” que el veterano había optado por meterlos en el banco) se veían amenazados por el desmantelamiento del Estado (lo que en gran parte llevo al gallego a la tumba, y a sus sobrevivientes a aplaudir la llegada de los piqueteros a la Plaza de Mayo allá por Diciembre de 2001), y por el otro, los despidos masivos y el posterior cierre de la fabrica; lo que implico la obligada venta de la “casita” de Villa Gesell y el “campito de un par de hectáreas” en General Pico, en el que soñara pasar sus últimos días “el Gaita”, como lo apodaban por Haedo a Don Carlos.

Con el café cayéndose a pedazos, la plata de la herencia del viejo Falcon que ya empezaba a acabarse, y la promesa del que deposito dólares recibirá dólares hecha añicos, a Leandro no le quedo otra que acoplarse al retiro voluntario de la grafica en la que laburaba para ponerse al frente del bar. Y mas ahora que “la cosa” estaba dando señales de reactivarse y en los restos de la otrora importantísima fabrica de colchones se anunciaba la creación de un nuevo parque industrial.


La mutación del enano

Coloco un cartel convocando a un cocinero, un ayudante de cocina y una camarera. Al principio arranco con una piba del barrio hasta que “la loca” quedo embarazada y la despidió sin más.

Fue recién entonces que decidió recurrir a su esposa y a su hija mayor (que iba cuando quería porque “desde que empezó a estudiar anda todo el día con un zurdo de la facultad”) y en la hora pico, dejaba un rato la caja y se calzaba el delantal de mozo porque como decía siempre “en esta vida hay que sacrificarse si se pretende progresar”.

Por aquel entonces, Mayo de 2004, los precios del Bar Galicia (en comparación) eran mucho más accesibles de lo que son ahora, y el sitio enseguida se empezó a llenar de empleados del incipiente polo industrial.

Bastaron apenas unos meses para que la TV de la pieza de la nena (posterior a una acalorada discusión en la que volvió a mencionar la palabra “sacrificio”) empezara a cumplir funciones en el centro del bar para entretener a los comensales con Crónica TV: el bizarro y amarillento canal de noticias que se llevaba de puta madre con los parroquianos.

Bastaron un par de paritarias en las distintas empresas que ocupaban el predio, para que aumentara y se renovara la concurrencia, y como fruto de las mayores ganancias y la “calidad” de los nuevos clientes, “el galleguito” se decidiera por la renovar el mobiliario, empezando por cambiar esos ridículos póster de Soda Stereo y The Police (con los que Leandro Falcon creyó haberle puesto un poco de “onda” a la fonda) por las fotos de unas exquisiteces que por mucho que se pretenda nunca se comerán allí.

Bastaron unas cuantas medidas que atrajeron a mas empresas a invertir en Argentina para que a la par del crecimiento industrial del parque crecieran los ahorros de la familia Falcon, quien volvió a veranear en Villa Gesell, a hacerse una “escapadita” a entre Ríos para visitar a los parientes de Micaela (su mujer) para Semana Santa, y hasta para planificar un viaje a Mar del Tuyu para el próximo festejo del Bicentenario, “ya que estos dos cara dura decretaron que el lunes 24 también es feriado”.

Bastaron dos gobiernos peronistas para que Leandro Falcon mutara y de ser una rata moribunda con las patas enredadas en una trampa que le había puesto primero el “menemato” y luego “la Alianza” (con buitres revoloteando sobre lo poco que de él y su familia quedaba) se convirtiera, en los albores de los 200 años de la Patria, en un tipo de clase que hasta se le ocurre mirar con desprecio a aquel muchacho que pasa, con su carro tirado por un caballo, a retirar lo que sobro de los platos (si es que ya se llenaron los canes).

Pasaron 9 años del 2001 y parece que en su memoria hubieran pasado ciento veinte y ya no pudiera recordar aquella histórica jornada del 20 de Diciembre, cuando empujado por su bolsillo se animo a ir a la Plaza. Auto convencido de esa incrédula amnesia escucha con indignación latente como el muchacho del carro a tracción a sangre le cuenta que a partir de la Asignación Universal por Hijo los pibes pudieron volver al colegio, y por eso ya no lo acompañan tanto, porque tiene que hacer la tarea que les dieron.

Trascurrieron ocho años de que los depósitos en dólares se le convirtieran en papel higiénico y, ahora que en el bar se mira TN (porque así lo pidieron los jefes) escucha a los jerárquicos justificar a Duhalde y en vez de retrucarlos siente una inconfesable envidia por esos fulanos (a quienes reconoce como de mayor rango en la escala) y se pregunta ¿Cómo es que a ellos no los cagaron?

Pasaron siete años “K” (así dice Santo Biasatti) y Leandro Falcon paso de sentir que su madre lo veía como un fracasado bueno para nada, a enorgullecerse en la mesa familiar por ser un eximio piloto en medio de la tempestad a la que “estos zurdos del gobierno nos están llevando”.

La velocidad de un Falcon

Le faltan unos cientos de pesos y se compra el televisor nuevo para ver el mundial. No puede esperar porque hoy cualquiera se pone un “resto” y no quiere que le ganen de mano.

Ni loco va a tocar la plata de las vacaciones, y la nena lo mata si se le ocurre manotear un peso de la cuota de la facultad.

Se pone los jeans Levi´s, las zapatillas Niké, la camisa Lacoste, el perfume Paco Rabanne, y se va derechito al Banco Nación a tramitar uno de esos préstamos para PYMES que anunció Mercedes Marcó del Pont una vez al frente del Banco Central.

En el camino se cruza una parada de diarios, en la tapa de una revista ve una foto del Néstor y se sonríe, en el fondo le cae bien el vizcacha y sabe que si se presente el año que viene seguro que lo va a votar, porque, ¿Qué va a hacer? ¿Votar a Cobos, que pretende ser presidente pero no tiene huevos ni para renunciar? ¿A “Lilita” Carrió, que no se sabe si mañana la llama San Lorenzo y le pide que devalué la moneda, congele los salarios, y de paso mate a todos los hinchas de Huracán?

No, Leandro Falcon será el típico clase mediero que de haber sido oprimido se convirtió en opresor y aspira a convertirse aun en un poquito mas; pero como siempre dice, de boludo no tiene mas que la cara. Una cosa es que putee adelante del noticiero de Canal 13 o cuando levanta el pedido en la mesa de la gerencia; y otra cosa (y aunque no lo diga ni en pedo) lo que vaya a votar.


Moraleja

Lamentablemente y en tanto no reconstruyamos en y con el Pueblo el ideario revolucionario que hace 200 años convocara (entre otros) a Moreno, Monteagudo, Juana Azurduy, San Martín y Belgrano, los Leandro Falcon seguirán marcando el rumbo e incluso condicionando el Proyecto Nacional y Popular, en tanto se desprende que la tarea primordial del Peronismo no es combatir a la clase media (por muy gorila que esta pretenda mostrarse) ya que de ese modo no se estaría cumpliendo ni con el objetivo de máxima que es transformarla, ni con el de mínima que es que apoye el proceso (aunque mas no sea desde su casa).

Por el contrario, para que los Leandro Falcon (en su afán del negocio seguro) no se vuelquen a la política a través de experimentados reclutadores de mercenarios como Duhalde, Macri, De Narváez, o Cobos; y terminen jugando a favor de los intereses de la clase dominante (que también chupa su sangre) debemos primero que nadie (nosotros) la militancia del peronismo de base, crear y saber articular todos los espacios que resulten necesarios para reconstruir el TEJIDO SOCIAL: uno de los dos objetivos mas importantes (el otro fue la implementación del plan económico proveniente del Consenso de Washington) por el cual los genocidas de uniforme, de galera y bastón, o de sotana, implementaron en la etapa anterior el terrorismo de Estado.

Difícilmente logremos semejante misión, a la que nos convocara el General Juan Domingo Perón cuando dijo “queremos que las futuras generaciones argentinas sepan sonreír desde la infancia”, si no tenemos la capacidad de lograr, estructuralmente y/o en el barrio, la unidad de los distintos espacios del Peronismo Revolucionario; y si (al unísono) los/as Compañeros/as con los que hoy contamos en distintos estamentos del Estado no comienzan a hacer presión para ganar una de las principales batallas que tenemos por delante: cambiar el Sistema Educativo Estatal para que los hijos y los nietos de la clase media (que por estos días mas parece una piedra en el zapato) dejen de aprender que los iconos y “héroes” de la clase dominante (Mitre, Roca, Sarmiento, etc) fueron los salvadores de la Patria, cuando en realidad fueron políticos y genocidas a sueldo del imperio británico.

Sin que esto por fin ocurra, dentro de 20 años volveremos a tener la misma clase media mirándose en el espejo de la clase dominante.

Los humildes, los ninguneados, los Pueblos Originarios, en síntesis, los que para los ricos no valemos ni siquiera la bala que nos mata, no podemos esperar (ya esperamos demasiado) y no estamos dispuestos a que nos obliguen a retroceder 100 años, cuando los señores de la alta sociedad y las damas de la caridad festejaban el Centenario con la Infanta Isabel de Borbón en representación del rey de España Alfonso XIII y nosotros, cruz y espada mediante, les limpiábamos sus zapatos.


“Sobre la ceniza de los traidores construiremos la Patria de los humildes”


EVA PERON






¡RENUNCIA COBOS!